(Interrumpo, otra vez, la monografía dedicada a Los Beatles para regalar este poema a cierta persona que hoy cumple un año...)
Trece de abril de dosmilnueve,
todos los relojes se paran,
nada se mueve.
Una mujer rompe con el estéril ayer
y con sobrehumanos impulsos
da a luz a un nuevo ser.
Un hombre vence al incierto futuro
y a fuerza de ternura
atrae a la luz, aleja a lo oscuro.
Un niño recién nacido hoy
aún no tiene ni idea
de lo feliz que soy.
Trece de abril de dosmildiez,
los relojes se pararon
otra vez.
Una madre ríe a carcajadas
y a fuerza de reír
olvida sus despiertas madrugadas.
Un padre contempla la escena
y a pesar del cansancio
piensa que ha valido la pena.
Un niño, por la casa, revolotea...
Vuela, sobrino mío,
que todo el mundo te vea.
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