viernes, junio 21, 2019

Veinte años y un día

Veinte años y un día. Que ayer no puse nada, que estuve muy atareado. Ya sabes, la vida sigue y no sé muy bien, no sé ni cómo pero aquí sigo. Han pasado muchas cosas y no sé si las habrás visto todas o no. A veces, se hace difícil asimilar lo que a uno le pueda ocurrir. Aunque sea bueno. Porque si lo has visto: ¿qué pensarás? Y si no te has enterado de nada, será porque el sitio donde estés es el lugar del limbo permanente. Ya sabes que a mí me cuesta poco alcanzar ese estado claro que no me quiero quedarme ahí para siempre aunque en mis tiempos oscuros vagó esa idea por mi mente. ¿Qué vagaba por tu cabeza en tus tiempos oscuros? Casi ni quiero saberlo porque solo con verlos,tal como los vi, aquello sólo eran laberintos. Y alguna vez entré a rescatarte y salir de ahí era una catarsis, un vendaval, algo que me daba miedo. Una vez, en pleno eclipse me preguntaste: "¿Y tú quien eres?". Muy buena pregunta, veinte años y un día después aún no lo tengo claro. Qué pena que tú jamás sabrás la respuesta. O igual sí...

lunes, junio 03, 2019

¡Qué se pare el reloj!


¡Qué se pare el reloj!
¡Qué se pare!
¡Qué ya sale el sol!
¡Qué ya sale!

Por el horizonte voluptuoso
de tu cuerpo
veo la primera luz,
descargo mis espinas
y mi cruz.
No hay nada más hermoso
que tu cuerpo desnudo
y el amanecer se queda mudo
del asombro.

Por la delicada geografía
de tu sabrosa anatomía,
me pierdo y me encuentro,
me encuentro y me pierdo
antes de que despunte el día.
Busco mi propia aurora
esa que mora
entre tus senos.
Aún no ne he ido
y ya te echo de menos
y maldigo la prisa y el ruido.
Si la noche ha huido
eclipsaré el sol
para estar contigo.

¡Qué corra el reloj!
¡Qué corra!
¡Qué se vaya el sol
que a mí me estorba!

Por la vereda sinuosa
de tus caderas
asoma la luna llena
de mil primaveras.
No hay luna más hermosa
que la que brota de tu boca,
no hay estrella más luminosa
que yo, si tu mano me toca
y me recorre, de arriba a abajo
sin coger ningún atajo.

Por el sendero florido
me embriagaré con tu aroma
mientras tu boca toma
el elixir prometido.
Sombras chinescas en la pared,
escorzos y contorsionismos,
nos lanzaremos sin red
para no volver a ser los mismos.

¡Qué me importa el reloj!
Si tú y yo somos madrugada
¡Qué me importa el sol!
Más allá de nosotros, nada.