Con el ansia ardiente de un amante
espero impaciente la noche de Rosas
para ver su montaña de diamante
tallada de infinitas mariposas.
Tu nombre perfumado
embriaga toda mi pena
y como el mar, soy desnudado
y vestido por tu arena.
En tu maravillosa playa
busco algo de abrigo
pero donde quiera que vaya
el amor es mi peor enemigo.
Es el amor mi peor enemigo
y en la paz de esta villa marinera
no deja de ensañarse conmigo
y, como siempre, me desespera.
Rosas, tus bellezas y tus espinas
juegan con mi corazón enamorado
lo zarandean en tus esquinas
y lo dejan destrozado.
Rosas, ya me despido
con este recuerdo del ayer.
Rosas, tan solo pido
no tardar en volverte a ver.
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