Todo es tan frágil, todo es tan efímero, todo es tan volátil. Nos creemos fuertes, superiores, intocables. Somos tan soberbios y prepotentes. Y en realidad, no somos nada, un suspiro en la historia, polvo de estrellas, partículas subatómicas dentro de un vasto universo que somos incapaces de abarcar.
Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Y ya está. Ese es el ciclo de nuestra vida pero nos negamos a asumirlo y queremos ser más, queremos aspirar a la inmortalidad cuando sólo somos polvo y ceniza. Cuantas personas habrán pensado: "¡A mí esto no me puede pasar!" y sin embargo, les pasa. El azar o el destino o los dos nos tiene preparada una sorpresa a la vuelta de la esquina y ningún vidente va a ser capaz de descubrirla. Puede ser algo agradable y si lo es disfruta de ese momento como si fuera el último porque no sabes cuando va a volver a suceder. Pero si la cosa pinta mal, ten consciencia de lo frágiles que somos, que lo que te ha pasado sí que te podía haber ocurrido, que si sufres una desgracia hay que afrontarla con la máxima dignidad posible, que al fin y al cabo eres energía y ésta ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.
Así que, transforma, cambia tu mentalidad. El ser humano no es la cúspide de la pirámide, es un escalón más. ¿Hacia dónde? No creo que ni tú ni yo lo veamos.
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