Primero de mayo, día del trabajador. Con cinco millones y medio de parados, y subiendo, casi es una ironía llamarlo así. ¿Quién va a celebrar algo este día? ¿Los que tienen un empleo? Lo que en teoría es un derecho, se ha convertido en un privilegio. Casi parece que tienen que pedir perdón por trabajar. ¿Los que están parados? La desesperación de buscar trabajo y no encontrarlo es algo indescriptible. Casi parece que tienen que pedir perdón por solicitar un empleo. Y mientras tanto, el gobierno sigue adelante con su brutal reforma laboral que recorta derechos tanto a los que trabajan como a los que no. Con un par de huevos, o mejor dicho, con una buena mayoría absoluta. A mí no me mires, yo no les voté, yo no les dí carta blanca...
Lo más increíble de todo es que el país aún no ha reventado del todo. Porque aquellos que denuncian lo que ven, los que se resisten pacíficamente, los que dicen las cosas claras, todos esos son unos terroristas, según el gobierno y su mayoría absoluta. Pero llegará el día que ya no podrán contener la indignación general, que tendrán que responder por sus mentiras, sí, sí, mintieron aunque no sé de que se sorprende la gente ya lo hicieron en el pasado y con los muertos del 11-M todavía calientes en las vías...
Uno de mayo y al día siguiente, dos de mayo. Fiesta que conmemora el levantamiento de los madrileños contra el ejército francés. Muchos años después, ¿se levantará el pueblo español contra la dictadura de los mercados? Si Goya viviera ahora, seguiría con su serie de Pinturas Negras. Porque así está el panorama. Porque así es el futuro que nos espera y no se ve ninguna luz al final del túnel.
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