viernes, junio 27, 2014

Cinco años

Hola amigos, soy la columna que podéis ver a la entrada del Hotel Hesperia Zaragoza. Hace cinco años tuve que aguantar a un pesado que apenas se podía mantener en pie del ciego que llevaba. Creo que el individuo en cuestión estaba celebrando su boda y cuentan las malas lenguas que, incluso antes del enlace, el hombre ya iba cargadito, que si cervecitas cuando fue a arreglarse el pelo junto con su hermano, que si chupito de Chivas antes de partir hacia la iglesia, que si cervecita antes de la misa esperando a que llegase la novia, que si los diversos vinos bebidos durante la cena, que si la barra libre...claro, aquel tío ya no podía ni con su alma. Esas mismas malas lenguas trataron de convencer a la ya flamante esposa que dejase a su beodo marido apoyado en mí...Casi me da algo cuando lo oí. Menos mal que la mujer no entró al trapo y se encargó de su esposo. No sé como fue la noche de bodas para la pareja, las dichosas malas lenguas dicen que el retrete fue más usado que la cama nupcial, pero lo que os puedo asegurar es que el resto de la gente comentaba a la salida que se lo había pasado en grande.
Cinco años después aún me acuerdo de aquella boda y eso que he presenciado muchas, pero a pesar de que el novio no acabó de la mejor manera, en él vi mucho más amor y complicidad con su pareja que en otros enlaces(o era eso o era la mirada vidriosa que se te pone al beber). En esta parte del relato, las malas lenguas enmudecen para dar paso a las buenas que dicen que la pareja sigue felizmente casada y que son padres de un crío precioso de 3 años. Pues me alegro por ellos, espero que mi solidez estructural que me permitió sostener a aquel hombre(y a otros muchos más de los cuales no quiero acordarme) sea una digna metáfora de su relación.

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