Me limpié el polvo de los zapatos
y me ensucié por completo el corazón.
Quise ahuyentar todos esos ratos
malos en los que no pedí perdón.
Pero fracasé, una vez más, en el intento
y atasqué con miedo mis venas.
Nunca es un buen momento
cuando se trata de vomitar las penas.
A pleno sol, en mi cuerpo llueve
los remordimientos y la duda.
En pleno verano, solo la nieve
me viste y me desnuda.
Me sacudí el barro de mis pesadillas
y no dormí nada en absoluto,
probé resucitar a base de pastillas
para entregarme a un generoso luto.
Luto que me agobia y me acosa.
Luto en vida que me mata cada día.
Luto que me retiene y me esposa
a la vida y a su diaria agonía.
Y mientras de la vida hago ayuno
traté de limpiar toda mi suciedad
pero no quedó sano hueco alguno
ni un mísero sitio para la felicidad.
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