viernes, junio 24, 2005

Pequeñas historias de perros

El coche paró en medio de la carretera. Era de noche, no pasaba nadie en ese instante. Era el momento adecuado. La puerta se abrió y el confiado perro salió pensando que su dueño le sacaba a dar una vuelta. Es más, incluso dió saltos de alegría cuando le quitaron aquel molesto collar que llevaba alrededor del cuello. Aquello signficaba que no le iban a llevar atado y que podría correr a sus anchas. Y vaya si corrió en cuanto vió que su dueño se volvía a montar en el coche sin esperarle. Supuso que aquello era un nuevo juego, por eso se puso a correr al lado del coche y a ladrar de alegría. Pero el coche no se detuvo y mientras se alejaba, el perro casi ya sin resuello se tuvo que parar. Se sentó y se quedó allí esperando con una expresión entre confundida y lastimosa. Mientras en el coche, el dueño condujo a toda prisa sin mirar siquiera por el retrovisor y pensando en la historia que le iba a contar a su hijo cuando viera que su regalo de comunión, aquel lindo cachorro que tanto había crecido en poco tiempo, ya no estaba en casa.

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