Este soneto es considerado como uno de los más bellos poemas de amor de la literatura española. Uno al leer esta poesía, no puede más que rendirse a la evidencia, aceptar que jamás llegará a la categoría de semejantes "monstruos" como Quevedo, Neruda, Lorca, Hernández...
Que la disfruten:
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, más tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
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