martes, septiembre 14, 2004

Autorretrato

El corazón ahorcado en los huesos,
los huesos prendidos de la piel,
la piel vestida de aire.

La mirada miope secuestrada por los ojos,
los ojos tocados y hundidos en la cara,
la cara espejo de la nada.

Los dientes furtivos en la boca,
la boca amaga una sonrisa recortada,
una sonrisa deshecha en el vacío.

Las manos atadas a unos brazos escuetos,
unos brazos como ramas de un tronco desgarbado,
un tronco que se vanagloria de llamarse cuerpo.

Unas piernas extrañas que se precipitan sobre los pies,
los pies cansados de su propio caminar,
un caminar torpe y lento.

Un ansia de vida infinita,
un cuerpo largo pero escaso,
famélico de esperanzas, obeso de desengaños.

De arriba a abajo, del cielo al infierno,
soy un angel herido,
soy un demonio muy humano.

Algo se ve a lo lejos,
una figura inconclusa, un suspiro alargado,
un boceto de persona, un poeta vencido.

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