martes, mayo 10, 2005

Aquel 10 de Mayo de 1995

Último minuto de la segunda parte de la prórroga. En el Campo de los Príncipes de París, el partido parecía condenado a acabar en la tanda de penaltis tras el 1 a 1 que registraba el marcador. De repente, sucedió.
Un balón que llegaba botando proveniente del rechace de un jugador contrario, el portero de ese equipo algo adelantado, el jugador que recoge el rechace lo ve y no se lo piensa dos veces, empalma el esférico con fuerza y precisión. Éste traza una parábola perfecta y en en el tiempo que le costó recorrer los 50 metros que separaban al jugador de la portería, pareció que todo se detuviera o que fuera a cámara lenta. Los jugadores, los aficionados en el campo, los televidentes, hasta el arbitro pareció congelarse. Fue un abrir y cerrar de ojos. Y cuando los volvimos a abrir, comprobamos que no era un sueño, que el balón había entrado, que el portero estaba por los suelos desolado, que miles de gargantas estallaron al unísono, que en definitiva era GOL y que aquel magnífico gol daba la Recopa al Real Zaragoza y que Nayim, el jugador que había lanzado ese balón que trazó una trayectoria casi imposible, entraba de lleno en la memoria de todo zaragocista y casi de cualquier aficionado al fútbol, ese deporte que a veces te regala felicidad aunque sea efímera.
Hoy hace 10 años de ese mágico momento, mi afición al fútbol se ha calmado un poco porque ahora este deporte parece un mercadeo constante y porque hay mucha gentuza que se escuda en el fútbol para cometer sus actos violentos...Pero siempre nos quedará París.

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