miércoles, mayo 24, 2006

Confesiones de un asesino(I)

La terraza del bar estaba llena. El día casi veraniego que había en Zaragoza, contribuía a ello. Yo ya llevaba un buen rato ahí sentado, ojeando el periódico, apurando la segunda cerveza, mirando de vez en cuando el reloj: "No tardará en aparecer" pensé. En efecto, a los cinco minutos allí estaba. Con su maletín negro, con su aire de profesor despistado, con ese aspecto algo desaliñado, con esa mirada entre ausente y perdida. Desde luego nada parecía indicar que hoy iba a morir. Pero sí, no había duda, volví a consultar la foto. Era él, seguro que era él.
Pedí la cuenta, esperé un poco a que el individuo empezase a andar aunque yo ya me sabía el camino de memoria. Todos los días hacía el mismo recorrido, siempre a buen paso y sin mirar atrás. Aquel tipo no tenía la menor idea de que le había estado siguiendo durante un par de semanas y que había estudiado cada uno de sus movimientos. ¡Pobre infeliz! Seguro que no tenía la menor idea de lo que le iba a pasar. Alguien le quería ver muerto y yo le iba a matar. No era nada personal. Sólo negocios.
Durante unos quince minutos, le seguí a una prudente distancia. Cuando ya se acercaba a su casa, apreté el paso. Ya estaba abriendo su portal cuando le llamé por su nombre y apellidos. Él se volvió sorprendido y dijo un tímido: "¿Sí?" Ya no dijo nada más. Rapidamente saqué el arma, se la puse en la frente y disparé. Me alejé de allí sin ver como aquel pobre diablo se desmoronaba y sin prestar atención a las voces de pánico que el ruido de mi disparo había provocado. Cogí el primer autobús que pasaba por allí y a la cuarta parada bajé para cambiar de autobús y así hice un par de veces más hasta que cogí el autobús que me llevaba a casa.
Cuando llegué puse la radio. A la media hora, saltaba la noticia: "Un profesor de universidad muere asesinado en el portal de su domicilio. Al parecer, un individuo no identificado le descerrajó un tiro en la cabeza. De momento no se tienen pistas del presunto autor de los hechos aunque la policía científica ya esta realizando pruebas de balística para averiguar el origen del arma. Seguiremos informando de esta última hora en cuanto tengamos más datos al respecto..."
Sonreí, eso de "individuo no identificado" y lo de "no se tienen pistas" me gustó. Sé que nadie había visto nada y aunque eso hubiese pasado, la peluca, la barba postiza y las gafas de sol confundirían a los posibles testigos...pero eso sí, sin bajar la guardia por si acaso. Y mientras aparecía el próximo cliente, volví a mi rutina diaria de humilde oficinista.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que chulo esta el "cuento". Me ha gustado mucho. A ver si sigues escribiendo fragmentos y lo acabas.
Un beso.